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Todo sobre los PTM: explicación de los programas de transferencias monetarias

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El Caribe está preparado para los programas de transferencias monetarias, pero ¿lo están los actores humanitarios?

18 junio 2020 — Por Lynn Yoshikawa

Hoy comienza la temporada de huracanes en el Caribe, en un contexto marcado por la respuesta sin precedentes a la pandemia de COVID-19. Durante el lanzamiento de la nota informativa de CALP Network Vientos de Cambio (sobre el uso de programas de transferencias monetarias en el Caribe), Andria Grosvenor, directora ejecutiva adjunta del Organismo del Caribe para gestión de emergencias en casos de desastre (CDEMA) afirmó lo siguiente: “la relevancia de los programas de transferencias monetarias en el Caribe se ha multiplicado por mil”. El carácter generalmente sólido de la infraestructura financiera, los mercados, las capacidades locales y los sistemas de protección social de la región brindan considerables oportunidades para ampliar los programas de transferencias monetarias en el contexto humanitario. A pesar de estas oportunidades, el estudio llevado a cabo por la CALP Network constató que los actores humanitarios se enfrentaban al reto de una limitada presencia institucional además de las complejidades de esta región, ampliamente subestimadas.

En el Caribe existen importantes oportunidades para incrementar el uso de los programas de transferencias monetarias como herramienta fiable para las fases de respuesta y recuperación y para desarrollar la resiliencia, a la vez que se abordan los retos que presentan las donaciones en especie no solicitadas de un público con buenas intenciones. El uso de programas de transferencias monetarias en el Caribe se ha documentado como mínimo desde 2004, en la respuesta al huracán Iván en Jamaica y, más recientemente, en la respuesta al huracán Dorian en las Bahamas en 2019. Los programas de transferencias monetarias han cobrado relevancia como herramienta esencial de recuperación en programas de protección social liderados por el Gobierno con apoyo humanitario en las Islas Vírgenes Británicas y Dominica, en el marco de la devastadora situación que dejaron los huracanes Irma y María en 2017.

En 2018, una evaluación del CDEMA de dichas respuestas instaba a las partes interesadas a “revisar las iniciativas de revitalización de las transferencias monetarias y los medios de vida para garantizar la sostenibilidad y unos efectos positivos en las culturas y economías”. En respuesta a este llamamiento, la nueva nota informativa de CALP Network recopila lecciones de respuestas anteriores como preparación ante la temporada de huracanes de 2020, que se  prevé más severa que otros años.

A continuación presentamos cinco lecciones:

Lección 1: Aprovechar las capacidades locales y ser humildes

La región del Caribe cuenta con sólidas capacidades locales y nacionales que incluyen a personal del Gobierno, sociedades nacionales de la Cruz Roja, clubs rotarios, grupos religiosos y otros actores de la sociedad civil. ¡Invirtamos en ellas!

En comparación con los actores humanitarios internacionales, que disponen de una presencia escasa o inexistente en la región, los actores locales poseen una comprensión profunda y matizada de los contextos, las culturas, las comunidades y las dinámicas locales. Los actores humanitarios internacionales que trabajan en el Caribe suelen asumir erróneamente que lo que ha funcionado en una isla también lo hará en otra, sin tener en cuenta diferencias en términos de dinámicas políticas, historia, estructuras de gobernanza, idioma y cultura.

Lección 2: Desarrollar ideas reforzando las infraestructuras en las que apoyarlas

Las relaciones entre personas son algo muy valorado en la región, en parte debido a la geografía, a las pequeñas poblaciones (hay varios Estados cuya población es de decenas de miles de habitantes) y a la unidad de las comunidades, en las que suele conocerse todo el mundo. La ampliación de los programas requiere compromiso político y puede conllevar obstáculos culturales. Sin embargo, los actores humanitarios también deben ser capaces de adaptar rápidamente sus funciones para pasar de sensibilizar a organizaciones socias en materia de programas de transferencias monetarias a apoyar la institucionalización en la fase de preparación. No se trata exclusivamente de invertir en el desarrollo de habilidades a través de formaciones sobre programas de transferencias monetarias, sino también de establecer previamente acuerdos con proveedores de servicios financieros y desarrollar procedimientos operativos estándar y sistemas de distribución de las transferencias monetarias. Con la creciente intensidad de los desastres naturales debido al cambio climático, resultará fundamental construir instituciones y comunidades resilientes a nivel nacional para ayudar a las poblaciones afectadas “no solo a recuperarse, sino a prosperar”, como bien señaló Grosvenor.

Lección 3: Las evaluaciones humanitarias de mercado no resultan decisivas para determinar la viabilidad de los programas de transferencias monetarias

Las evaluaciones de mercado basadas en ejercicios de amplia recogida de datos primarios suelen constituir uno de los primeros pasos que llevan a cabo los actores humanitarios para determinar la viabilidad de los programas de transferencias monetarias en una respuesta. No obstante, en la mayoría de los Estados caribeños hay disponibles datos relativamente completos sobre poblaciones, condiciones socioeconómicas, mercados, precios de los productos básicos e infraestructuras. Esto hace que las evaluaciones humanitarias de mercado, en principio integrales y exhaustivas, resulten irrelevantes, o al menos, no sean el uso más eficiente de unos recursos ya de por sí limitados. Pese a su carácter insular (y por esa misma razón), existe una profunda interdependencia del flujo de mercancías entre islas, lo que constituye una de las principales prioridades de las respuestas gubernamentales en la región cuando los desastres alteran las cadenas de suministro.

Lección 4: No hay soluciones estándar en cuanto a proveedores de servicios financieros  

Recurrir a proveedores locales de servicios financieros puede resultar un reto, pues tendremos que ir evaluándolos de isla a isla en función de las distintas normativas financieras nacionales. Esto significa que las principales opciones que tienen los actores humanitarios internacionales son:

  • utilizar proveedores locales de servicios financieros regionales o globales de coste elevado pero relativamente rápidos;
  • utilizar proveedores locales de servicios financieros nacionales (normalmente bancos), lo que a menudo lleva tiempo pero resulta rentable;
  • trabajar a través de sistemas existentes de transferencia del Gobierno, dedicando tiempo al desarrollo de alianzas eficaces; o
  • utilizar efectivo en mano; aunque esta es raramente la opción de preferencia debido a la disponibilidad de opciones digitales de efectivo y las necesidades de trazabilidad.

El número de opciones de entrega ofrece a todas las partes interesadas (Gobiernos, donantes y personal de respuesta local e internacional) la oportunidad de reconocer las ventajas y los inconvenientes de los distintos mecanismos y garantizar la complementariedad entre intervenciones centradas en la resiliencia y una respuesta y recuperación rápidas.

Lección 5: No dejar a nadie atrás

La exclusión de personas migrantes, refugiadas, indocumentadas y otros grupos marginados representa un importante desafío humanitario en el Caribe. La población migrante haitiana y las personas apátridas así como la cada vez más numerosa población venezolana en el Caribe, se encuentran entre los grupos a los que las organizaciones humanitarias han tenido más dificultad para proporcionar asistencia en recientes respuestas a huracanes. No obstante, a menudo estos grupos son los que se han visto más afectados. A medida que el enfoque se desplaza hacia el desarrollo de sistemas de respuesta y capacidades gubernamentales sensibles a las crisis, los actores humanitarios tienen una clara función que desempeñar a la hora de instar a los Gobiernos a incluir a las poblaciones vulnerables en la respuesta a desastres y a responder a sus necesidades concretas.

 Las complejidades de esta región hacen que sea necesario un nuevo enfoque humanitario, que combine los ideales humanitarios de fortalecimiento del “nexo” y que desarrolle los sistemas y capacidades locales mientras hace hincapié en la inclusión. Varias de estas lecciones no se limitan a los programas de transferencias monetarias, y ponen de relieve la necesidad de reforzar los esfuerzos de preparación, trabajando con actores y procesos locales, nacionales y regionales. El Caribe está preparado para ampliar los programas de transferencias monetarias y, teniendo la cantidad relativamente limitada de los datos contextualizados en la región, resulta fundamental que las partes interesadas compartan aprendizajes y colaboren entre sí para garantizar que las poblaciones afectadas puedan acceder a los recursos financieros que necesitan para garantizar su recuperación y desarrollar su resiliencia de una manera digna.

 

 

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